La verdadera noche es la indiferencia, el no sentirse mínimamente elegido por alguien, el no saberse decisivo, siquiera en algún aspecto, para alguien. La auténtica noche no es el silencio, es la ausencia de la palabra compartida y, en definitiva, la imposibilidad de soñar junto a otro, aunque no coincida exactamente lo soñado.
A. Gabilondo
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