El encuentro entre el hombre y el mundo externo ocurre exclusivamente en los adentros del hombre y no es en el fondo sino un encuentro entre instinto y entendimiento.
La "mano invisible" del mercado en manos de individuos egoístas que buscan su propia riqueza y placer parece bastante reacia o impotente a la hora de salvar a los humanos de crueldades recíprocas.
Cuando nuestros mapas no encajan con el territorio, cuando actuamos como si nuestras inferencias fueran un conocimiento de los hechos, nos preparamos a nosotros mismos para un mundo que no está ahí.
La verdadera riqueza de los espectáculos está en los detalles. Ver es recorrer los detalles, detenerse un poco en cada uno y, nuevamente, captar el conjunto con una mirada.
La práctica espiritual no estriba, tan sólo, en encontrarnos a nosotros mismos sino que también entraña el descubrimiento de nuestro quehacer en el mundo.