"Conocer al padre -comprender realmente quién es él realmente, despojándolo de las distorsiones de la infancia- es la clave de la habilidad que permite a todo hombre lograr esa identidad más rica que emerge con los años". Samuel Osherson
viernes, 28 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
De pequeño solíamos jugar a toros en la calle y, cuando se acercaba el "toro" (un manillar de bicicleta con la rueda delantera) nos subiamos a una reja de la fachada de una finca que hacía las veces de barrera. Años después, ya de adulto, volví un día a ese lugar donde había vivido de pequeño y, paseando por la calle, recordé esas tardes de toros. Al ver la reja que nos servía de barrera me dí cuenta que habían reformado la fachada de la finca y que las rejas las habían hecho más pequeñas. Al rato caí en la cuenta de que no era así. Simplemente es que yo había crecido y la imagen que guardaba de aquella reja/barrera era la que se correspondía con la mirada del niño, es decir, de abajo hacia arriba. Ahora, con mi estatura, la veía de arriba hacia abajo, sin embargo mi archivo, mi recuerdo, no había variado, no había crecido.
En cierta ocasión un terapeuta me comentó que cuando trabajamos con niños en terapia es importante que nuestros ojos estén a la altura de los suyos, pues le ayudamos así a que se sienta como un igual.
Entiendo que como padres es importante que nos "arrodillemos" delante de los hijos para mirarlos como a un igual. Ellos no pueden levantarse hasta nuestra altura pero nosotros si que podemos bajar a la suya sin perder por ello la perspectiva que tenemos como adultos.
Tal vez así, de mayores, al recordarnos "a su altura", sin ponerles tantas y tan altas "barreras", no tendrán que corregir tantas distorsiones e idealizaciones como las que hicimos "los niños toreros" de mi época.
Jugando al fútbol, con una pelota de trapo, un calle estrecha era un estadio. Volver a mirar, tiempo después, cambia lo que fué y todavía es en nuestro recuerdo si somos capaces de ver la diferencia.
Tal vez esa es la diferencia que hace la diferencia, como diría Bateson.
Publicar un comentario